Los que seguís este blog conoceréis mi pasión por los fractales, esas maravillosas formas creadas a partir de las matemáticas y que están presentes en todos los ordenes de la naturaleza.
Desde que empecé a trabajar con ordenadores estuve siempre buscando software que permitieran crear este tipo de gráficos. Lo cierto es que he llegado a probar muchos programas de generación de fractales a lo largo de los años. Para ordenador de escritorio solamente dos aplicaciones llegaron a impresionarme lo suficiente como para acordarme aún de su nombre y en ambos casos se trataba de plugins de Photoshop. Una de ellas era Fractal Explorer, uno de las herramientas contenidas dentro de esa estupenda colección de plugins que eran las
Kai Power Tools . Su nombre era
Fractal Explorer y permitía crear unas hipnóticas imágenes a través de fractales con una calidad realmente sorprendente. La cantidad de parámetros que permitía configurar convertía a esta utilidad en un verdadero "explorador" del mundo fractal y era posible pasarse horas enteras bueceando por ese enigmático y apasionante universo matemático. Este magnífico software se lo debíamos al talento del inigualable
Kai Krause, un programador alemán y un auténtico genio que a finales de los noventa revolucionó el mundo de los interfaces con aplicaciones como las ya mencionadas Kai Power Tools, KPT Bryce o Goo entre otros.
El caso es que un día Kai desapareció del mapa por las buenas. No se sabe muy bien porqué, sencillamente dejaron de llegar noticias suyas y el software de su empresa Metacreations pasó a ser comercializado por otras empresas como Corel o DAZ.
Lo cierto es que desde entonces no apareció nada realmente novedoso para crear fractales hasta que apareció un nuevo filtro para Photoshop basado en Pixel Bender y que, curiosamente, también adaptó el nombre de Fractal Explorer. De este filtro puedes encontrar más información
aquí.
De todas formas estamos hablando del mundo de los ordenadores de escritorio. Cuando me hice con un iPad empecé a buscar una app que hiciera algo parecido a lo mencionado pero en una tablet. Desde entonces he probado casi todas las aplicaciones de creación de fractales que han aparecido en la AppStore, pero lo cierto es que ninguna de ellas estaba a la altura de las antes mencionadas y creedme que he probado muchas. O bien los resultados eran demasiado "psssche." o bien eran inviablemente lentas.
....Hasta ahora, porque cuando ya me había rendido a la resignación apreció ante mí esta extraordinaria app;
Frax para iPhone y iPad.
Frax es lo que exactamente lo que siempre había buscado en una app de creación de fractales para dispositivos. La calidad de los fractales que genera es simplemente sensacional, la velocidad de cálculo impresionante, la facilidad de uso pasmosa, la edición de parámetros brillante y la interfaz de usuario digna del genio de Kai Krause. Claro que, leyendo los créditos, volví a llevarme otra agradable sorpresa al descubrir que... el propio Kai Krausse forma parte del proyecto!!! (¿sabéis aquellos momentos en los que se te viene a la cabeza aquello de "Claro, lógico, no podía ser de otra forma" ). La forma de volver a saber del bueno de Kai no había podido ser mejor y más espectacular.
A modo de resumen os diré que la app permite seleccionar cualquier fragmento de un fractal basado en el modelo de
Mandelbrot o de Julia , es posible editar la paleta de colores, la iluminación y la textura del fractal resultante. El nivel de zoom es infinito y la animación es superfluida lo que permite explorar los fractales y bucear entre ellos con una libertad absoluta.
La versión básica tiene un precio de 1,79 euros y permite guardar las imágenes resultantes en resolución retina (2048 X 1536), pero puedes utilizar el servicio de Frax Cloud que permite renderizar los fractales a resoluciones de hasta 12 mpx. También puedes actualizar a la versión premium por 5,99 euros , aparte de poder renderizar a resoluciones mayores, se añaden 90 parámetros adicionales y decenas de nuevos controles.
Todas las imágenes que véis aquí han sido creadas con la versión básica. Si queréis ver más ejemplos podéis visitar
mi proyecto en Behance.
. Leo esta mañana en la prensa con cierto desasosiego, que en Finlandia se están planteando eliminar la caligrafía de las escuelas por considerarla una disciplina obsoleta en los tiempos actuales. A cambio piensan dedicar más tiempo al uso del teclado y a la letra de palo por entender que está más acorde con los usos habituales hoy en día. Aunque pienso que no soy nada sospechoso de padecer tecnofobia, creo sinceramente que esta decisión es muy desacertada. La caligrafía y la escritura manual de texto enlazado es una disciplina cuyos beneficios van mucho más allá que su mera utilidad práctica. En numerosas ocasiones se ha comprobado que la escritura a mano supone un magnífico ejercicio para el desarrollo cerebral ya que unimos la práctica de la psicomotricidad fina con el desarrollo del pensamiento simbólico. Es un ejercicio que estimula por igual los dos hemisferios del cerebro. Escribir no deja de ser una extensión de una actividad tan saludable como el dibujo. Ese hecho de sacar la línea a pasear -como,acertadamente, decía Paul Klee- para acabar plasmando un contenido semántico que podremos interpretar mediante la lectura nos sumerge en un proceso de abstracción y desarrollo neurológico que difícilmente se puede conseguir aporreando un teclado. A todo esto hay que añadir el aspecto personal vinculado a la escritura de cada individuo y que tan bien conocen los grafólogos. Nuestra escritura refleja grandes rasgos de nuestro carácter y no es casualidad que escribir nuestras experiencias, inquietudes, preocupaciones y anhelos sobre un cuaderno tenga efectos terapéuticos sobre el ánimo de muchas personas. Precisamente porqué la escritura manual caligráfica ya no es imprescindible para comunicarnos, es cuando se debería aprovechar para incidir e insistir en todas esas otras ventajas colaterales que aporta esta técnica. Saber utilizar un teclado es importante, por ahora, pero puede enseñarse de forma paralela como de hecho se está haciendo actualmente. No obstante hemos de tener en cuenta que es muy probable que en los próximos años o décadas también el teclado sea sustituido por cualquier otro sistema que ni siquiera precise de la utilización de las manos, que baste la voz o la mirada para escribir. No quiero ni pensar en la atrofia que podría ocurrir entonces. Queramos o no, las manos forman parte de nuestro sistema de pensamiento (casi todos hablamos con las manos, fijaos si no, como todos movemos las manos y gesticulamos con ellas a la hora de conversar) y reducir el rico alfabeto de arabescos de la escritura de letra ligada al movimiento martilleante de teclear o al rectilíneo de la letra de palo me parece aberrante (aparte de ser más proclive a producir lesiones de muñeca). Otro de los riesgos que entraña la renuncia a la caligrafía, es que las generaciones que crezcan leyendo únicamente fuentes tipográficas artificiales, lleguen al punto de no entender la escritura manual, de que cualquier letra les parezca letra de médico y que lo manuscritos, incluidos las cartas de sus abuelos, se conviertan en jeroglíficos intraducibles. Aunque ahora esta posibilidad nos parezca trasnochada no creo que lo sea tanto si se destierra la caligrafía. No hay que negar, sin embargo, que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en esta tendencia. ¿Cuándo fue la última vez que escribiste varios líneas seguidas a mano? Como anécdota contaré que el otro día me sorprendió ver en un restaurante como un cliente, a la hora de pedir la cuenta, en lugar de realizar el típico gesto de estar escribiendo en el aire, utilizó las manos para imitar estar pulsando el teclado, refiriendose claramente al acto de introducir la clave secreta de la tarjeta de crédito en el datáfono.
